domingo, 8 de febrero de 2009

"Aún después de que la luciernaga hubiera desaparecido, el rastro de su luz permaneció largo tiempo en mi interior. Aquella pequeña llama, semejante a un alma que hubiese perdido su destino, siguió errando eternamente en la oscuridad de mis ojos cerrados. Alargué la mano repetidas veces hacia esa oscuridad. Pero no pude tocarla. La tenue luz quedaba más allá de las yemas de mis dedos.."


(H.Murakami. Frag. de Tokio Blues)

1 comentario:

  1. Qué bonito extracto, Fran.

    Llevo tiempo queriéndome leer algo de este tipo, pero la falta de tiempo para leer novela me lo está poniendo francamente difícil. A ver si, ahora que me he puesto (un poco) al día con el cine, saco unos ratillos y me leo este libro y el de "Los hombres que no amaban a las mujeres".

    Un abrazo, persa

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